A André Breton
Una caja de
madera de haya, vacía. Otra caja, de madera de olmo, en su interior cuatro
pinceles de pelo de marta, un trozo de arpillera, tubos de óleo azul de
ultramar, amarillo de cromo, carmín y cardenillo. Un ave roja del paraíso,
disecada. Lentes, una acromática, una dicromática, una lenticular. Una
aceptable reproducción de la Iglesia
de Tillington de Constable.
Un volumen de relatos de viaje de Alí Bey. Un volumen con grabados de Durero.
Varias frutas, de yeso y pintadas, en un plato también de yeso y pintado. Un
planisferio, con olor a humedad y ajado, enrollado y atado con una cinta de
seda púrpura. Un barómetro de mercurio. Una brújula de geólogo. Una bobina de
hilo de seda. Un florero de vidrio, con una flor artificial. Anzuelos de acero.
Un maniquí de costura, con un pequeño agujero del lado del corazón. Una flor
seca, de magnolia, en un sobre con una anotación en tinta en el dorso, que el
tiempo tornó ilegible. Una pluma fuente y un plumín. Un cofrecito metálico
cerrado y sin llave a la vista. Una taza de porcelana decorada con una escena
de fiesta galante. Una fotografía enmarcada de un hombre y un niño, de
espaldas, que contemplan el mar.
(de Cámara de eco, inédito)
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