CARTA ABIERTA A ANDRÉ BRETON
Querido Señor
Me permito escribirle estas líneas aun cuando sé que esto será un motivo más de espanto y temor en los alrededores (ya no cantan los pájaros en el bosque sombrío y sin embargo es madrugada). ¿Desde cuándo esta verdad, enrarecida por discursos lejanos, resuena en vez de los mitos y las fuentes de agua metafísica?
¿Por qué aquellas veredas de pasos inaudibles se extreman y alargan desde mis simples dedos como puñales innombrables? Siento que esto debe haber sucedido hace ya algún tiempo, cuando el mar aun traía aquella savia viscosa y tenue.
Pero está bien, quiero expresarle a usted mi devenir insomne, mis recuerdos perdidos bajo la luz de mi mesa de estudiante, aquella de la miseria infinita e irrenunciable.
Miseria a ti te nombro ahora, madre de todas las riquezas y de todos los asombros, no debes soltar jamás su blanca mano, ya que en la ciudad resuenan los infames pasos del padre, aquel que sin saberlo te grabó heridas en los ojos que ahora son surcos de tinta, hoy es tinta lo que ayer fue sangre.
Escucho su risa y me escondo en un lugar atroz, sin embargo es más atroz su risa que esta materia informe que me rodea. Es la ciudad me dicen cada mañana…...ya lo verás hijo, es la ciudad y eso que inunda las calles y aquellos fabulosos edificios cuya altura no puedes descifrar, esa máquina eterna que acude a tu silencio, es el futuro, si el futuro…aquello que perfora y horada para siempre el horizonte.
No temas, no hay temor, solo hay una voz nítida en medio de la nada…no temas y escucha aquel susurro luminoso, la verdadera fuente de la cual la humanidad, sin saberlo, se alimenta.
Anoche soñé con alguien que olvidaba, anoche soñé que mi cabeza estaba cruzada por abismos y sin materia. ¿Querido señor, me reconocerá usted cuando el aire que respiro, por un azar milagroso cruce las montañas y los mares y sople feroz, violento y sin consuelo sobre su lejana tumba?
Es todo cuanto tengo que decirle, es todo cuanto debo agradecerle.
Santiago de Chile al 22 de Septiembre del año 2016.
Querido Señor
Me permito escribirle estas líneas aun cuando sé que esto será un motivo más de espanto y temor en los alrededores (ya no cantan los pájaros en el bosque sombrío y sin embargo es madrugada). ¿Desde cuándo esta verdad, enrarecida por discursos lejanos, resuena en vez de los mitos y las fuentes de agua metafísica?
¿Por qué aquellas veredas de pasos inaudibles se extreman y alargan desde mis simples dedos como puñales innombrables? Siento que esto debe haber sucedido hace ya algún tiempo, cuando el mar aun traía aquella savia viscosa y tenue.
Pero está bien, quiero expresarle a usted mi devenir insomne, mis recuerdos perdidos bajo la luz de mi mesa de estudiante, aquella de la miseria infinita e irrenunciable.
Miseria a ti te nombro ahora, madre de todas las riquezas y de todos los asombros, no debes soltar jamás su blanca mano, ya que en la ciudad resuenan los infames pasos del padre, aquel que sin saberlo te grabó heridas en los ojos que ahora son surcos de tinta, hoy es tinta lo que ayer fue sangre.
Escucho su risa y me escondo en un lugar atroz, sin embargo es más atroz su risa que esta materia informe que me rodea. Es la ciudad me dicen cada mañana…...ya lo verás hijo, es la ciudad y eso que inunda las calles y aquellos fabulosos edificios cuya altura no puedes descifrar, esa máquina eterna que acude a tu silencio, es el futuro, si el futuro…aquello que perfora y horada para siempre el horizonte.
No temas, no hay temor, solo hay una voz nítida en medio de la nada…no temas y escucha aquel susurro luminoso, la verdadera fuente de la cual la humanidad, sin saberlo, se alimenta.
Anoche soñé con alguien que olvidaba, anoche soñé que mi cabeza estaba cruzada por abismos y sin materia. ¿Querido señor, me reconocerá usted cuando el aire que respiro, por un azar milagroso cruce las montañas y los mares y sople feroz, violento y sin consuelo sobre su lejana tumba?
Es todo cuanto tengo que decirle, es todo cuanto debo agradecerle.
Santiago de Chile al 22 de Septiembre del año 2016.
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