Imagina, buen hombre, imagina.
En tal caso,
conjeturo, el discurso sería el siguiente,
aproximadamente:
el señor Artaud,
atado de pies, manos y testículos,
frente a la
auditoría general de solicitantes de ideas contagiosas,
el señor capitán
de los medidores del espíritu,
el capellán de los
medidores de limbos y otras anestesias,
flanqueado de un confesor con palmas arrancadas de un yatay.
Más allá
circundante el
círculo de fuego que impide su paso,
en el cadáver de
monsieur Breton
un tatuaje de
porcelana que nació en su pecho lampiño
se desarrolla como
un pájaro de papel tridimensional
que acá llamamos
origami pero cuyo ideograma se pronuncia
de modo seguramente
diferente.
El papel despliega
sus alas sin desarmar al pájaro que es
trata de envolver al
señor poeta con sus plumas imaginarias
pero Antonin se
libera gracias al pico material del ave
volátil embellecido
por la literatura que se quiebra en cada pliegue.
Con esa libertad
exclama
¡La libertad es un
camino! ¡La independencia un proceso!
No es dable ser
feliz si no se procede como hombres libres
piensa el papel
antes que pájaro y se desarman las coyunturas
Artaud queda pegado
al papel, Breton derrama dos o tres lágrimas
con sus ojos de
mirar a Man Ray y a tantos otros
.
Eso lo vimos en un
cuadro de Bosch, nada menos que en el ojo de San Antonio
¿o sería en el ojo
izquierdo del búho que traían a mostrar a la inmortal?
¡Qué podría dar
si no conociera el cuadro!
¿Artaud fue
prometido a San Antonio en sacrificio o en pesadilla?
Las preguntas mal
formuladas contaminan las respuestas posibles.
¡Cómo lo siento!
Queda el vino áspero y amargo de la conjura no bebido.
30 de septiembre de
2016
Fotografía: HR 14/09/2016
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