(Por si un día puedo visitar Batignolles)
a Carlos Barbarito
Una sombra en la que pende hacia su tumba
el viajero
toma la altura de una torre alhajada de campanas
se sumerge en la laguna de la memoria del muerto,
mercurio negro
que sigue descendiendo como sombra
en la que flotan los ojos maravillosos
que usó medio planeta para mirarse
o se calentaron las hornallas de los relojes
que copian la sombra colgada
en la pared de la tumba
que los amolda todavía a sus pliegues.
uno: el mercurio se da forma en su tumba insoluble.
dos: el aire se deforma en su hueco de hierro repujado.
tres: la distancia se condensa sobre la oscuridad impenetrable.
Todo se baña con esa capa de sombra fertilizante.
Ni un llanto, menos una campana (tañendo horas que no existen)
se queda a soñar en los ojos de ver lo que es
desde lo que no es.
En la visión de la sombra
una pequeña luz sigue buscando el tiempo (y su oro).
22 de septiembre de 2016
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