viernes, 30 de septiembre de 2016

Tal vez pueda imaginar - Héctor Ranea

Imagina, buen hombre, imagina.

En tal caso, conjeturo, el discurso sería el siguiente,
aproximadamente:
el señor Artaud, atado de pies, manos y testículos,
frente a la auditoría general de solicitantes de ideas contagiosas,
el señor capitán de los medidores del espíritu,
el capellán de los medidores de limbos y otras anestesias,
flanqueado de un confesor con palmas arrancadas de un yatay.

Más allá
circundante el círculo de fuego que impide su paso,
en el cadáver de monsieur Breton
un tatuaje de porcelana que nació en su pecho lampiño
se desarrolla como un pájaro de papel tridimensional
que acá llamamos origami pero cuyo ideograma se pronuncia
de modo seguramente diferente.

El papel despliega sus alas sin desarmar al pájaro que es
trata de envolver al señor poeta con sus plumas imaginarias
pero Antonin se libera gracias al pico material del ave
volátil embellecido por la literatura que se quiebra en cada pliegue.

Con esa libertad exclama
¡La libertad es un camino! ¡La independencia un proceso!
No es dable ser feliz si no se procede como hombres libres
piensa el papel antes que pájaro y se desarman las coyunturas
Artaud queda pegado al papel, Breton derrama dos o tres lágrimas
con sus ojos de mirar a Man Ray y a tantos otros
.
Eso lo vimos en un cuadro de Bosch, nada menos que en el ojo de San Antonio
¿o sería en el ojo izquierdo del búho que traían a mostrar a la inmortal?

¡Qué podría dar si no conociera el cuadro!
¿Artaud fue prometido a San Antonio en sacrificio o en pesadilla?

Las preguntas mal formuladas contaminan las respuestas posibles.
¡Cómo lo siento!

Queda el vino áspero y amargo de la conjura no bebido.




30 de septiembre de 2016
Fotografía: HR 14/09/2016


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