PEZ ARÁCNIDO
Homenaje a André Breton
Federico Rivero Scarani
Cuenta
la leyenda escondida en una botella de ron centáurico que una gigante piedra
jeroglífica debía ser girada todos los días del año lunar por esclavos privados
de cualquier ejercicio del espíritu, como rezar o meditar. Sus vidas era
existencias arácnidas al golpe del látigo láser. Las risas de los mandarines crecían
entre las hierbas violetas desde una tierra estéril, tan árida que solo crecían
las malignas risas de los Sospechosos. Escrito estaba en el antiguo papiro de
la botella de ron centáurico que una luna menguante influyó notablemente en un
dios ebrio para que este se ahorcara por ser víctima de un amor no
correspondido.
Una Ninfa del norte ató en un roble del
bosque aquel poema con caligrafía gótica, y se fue volando hacia los hielos
perpetuos. El poema había sido escrito por el dios ebrio y era un Requiem
dedicado a un poeta muerto por una lluvia de estrellas color silencio. El
Crepúsculo se derramó sobre la piedra pulida, hambrienta, que portaba el Signo
de Luzbel. Y comenzó la lluvia en la que se reflejaba la calesa lila donde iba
el féretro del poeta aun dolido por el despecho de la Ninfa meridional.
Mientras, la piedra como un obelisco, gira sangrado y emitiendo voces de peces
desleídos. En una gota de lluvia se refleja la vida sórdida en una taberna
crapulosa, y en otra, la sonrisa de una mujer con cabellos de madrugada; ambas
gotas mojan el techo de una catedral donde quedó anclado un barco que pretendía
viajar hasta la Antártida.
Esta leyenda escondida en una botella de ron
centáurico dice todavía más, sin embargo, la caligrafía se borró como
consecuencia del llanto del escriba. Pero aun quedan algunas frases rotas
similar al jarrón maya hallado en la ciudad perdida: un eterno lirio se erige
con la gracia de una bailarina, un bosque prehistórico cubre con su follaje los
amores carnales de las Hadas, un Templo dedicado a una diosa sin nombre se
cubre con enredaderas y flores y blasones de extraños príncipes de las nubes.
Se dice, luego de perderse la botella que
contenía la leyenda, que los Peces solubles guardaron en el Océano, las
lágrimas del poeta y el último poema escrito por el dios ebrio.
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